“El hambre está mejor organizada en Alemania, pero en el fondo es igual”. No cabe mayor solidez que se sustenta en una frase sencilla. En una de ellas puede condensarse toda la vocación de exactitud y rigor del periodismo, ese viejo arte en extinción. Al juzgar las más de 30.000 páginas de las obras completas de Josep Pla i Casadevall (1897-1981), el mejor prosista catalán de todos los tiempos y uno de los referentes de la edad de plata del periodismo español, se mantiene una extraña costumbre, convertida en un vicio recurrente. Consiste en ponderar superlativamente la calidad de sus dietarios y libros memorialísticos –especialmente El cuaderno gris– al tiempo que se coloca en una división distinta (en apariencia algo inferior) los libros hechos mediante la adición o la selección de sus artículos para los periódicos. El fenómeno no deja de ser curioso, como también lo es que en el memorialismo de Pla –como ya apuntó Gabriel Ferrater, de profesión poeta suicida– la realidad cotidiana adquiera la condición de asunto principal sin que su autor incurra en ningún instante en la narración abierta y franca de su intimidad.
Las Disidencias en Letra Global.