El discurso de lo particular, uno de los ejes (ficcionales) de la política española desde hace al menos dos siglos largos, es un terreno excelentemente abonado para la inmoralidad. De esta máxima se infiere una interrogación: ¿Vivimos en un país cuya vida pública ha renunciado por completo a los principios morales? En realidad, basta formular la pregunta prescindiendo del adjetivo: ¿Existen los principios en la política española? En teoría, sí. Todos los líderes políticos dicen actuar movidos por convicciones y reglas morales. De ser cierto viviríamos en un país ejemplar. Salta a la vista que no es el caso: España, que ya salió herida de la crisis de 2008, que devino en económica pero cuyo verdadero origen es ético, como explicó en sus novelas Rafael Chirbes, se hunde en el naufragio de la pandemia sin que por ningún sitio se aviste un asidero para no caer en el abismo. ¿Cómo hemos llegado a este punto?
Las Disidencias en #LetraGlobal.
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