La tendencia de la política indígena a emular el canon de la copla –melodrama encendido, pasiones íntimas, desamor constante– es colosal. Inenarrable. La guerra por Doñana, cuya víctima principal es el Parque Natural, que se seca mientras nuestros próceres se pelean entre sí, se asemeja bastante a aquella tonada que decía: “Cartas iban y venían / Desde Málaga a Madrid / En cada esquina, un suspiro / Y en medio, un ‘muero por ti’. Si cambian Alhaurín, patria infantil del Reverendísimo, por Sevilla –lo sentimos aquí por el lobby de Malaka– y le añaden Bruselas ya tienen ustedes el cuadro completo. El PSOE ha movilizado sus resortes partidarios en Europa para decir que la Junta quiere secar Doñana. A su vez, Il consigliere azzurro, Fernández Pachecho (el lince Ramón) promete que en su reunión de mayo en sede comunitaria convencerá a la autoridades europeas de que legalizar lo ilegal (gran oxímoron) es la única solución a la agonía de Doñana.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.