La euforia antecede al colapso emocional. Es así. Ocurre en la vida y sucede también en la política. El desafío soberanista contra la democracia española, que es bastante imperfecta e injusta pero nos parece preferible al caos tribal que anuncian las arcadias distópicas, ha empezado a chocar con el suelo de la realidad, que desde el principio de los tiempos, e incluso antes, está representado por el mundo del dinero, el único dios verdadero. La creciente fuga de empresas, incluidas las dos mayores entidades simbólicas catalanas, como Caixabank y el Sabadell, confirma el aserto clásico: el dinero es el apátrida más perfecto que existe. En simultáneo, también ilustra hasta qué punto es profunda la fractura social en la que el independentismo ha metido a toda Cataluña.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
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