El 28F, día oficial de la autonomía en Andalucía, ha coincidido este año en el tiempo con una subida del IPC interanual superior al 6%, una inflación subyacente que casi roza el 8% y un euríbor que escala hasta el 3,5%. Hipotecas mucho más caras, alimentos por las nubes y un encarecimiento general del arte de la supervivencia. La vida real no está para fiestas, pero la derecha del Sur de España, que últimamente no deja de mirar a Madrid, entendió hace tiempo que el autogobierno, además de púrpura y poder, es una colosal plataforma televisiva para reivindicarse en vísperas de un ciclo electoral prolongado y, en cierto sentido, agónico. Sobre todo si la ceremonia institucional de conmemoración patriótica se orienta a partir de la presencia y asociación con una selección de invitados, los premiados con las medallas y los títulos que otorga el Quirinale de San Telmo a su libre arbitrio, con vocación imperial, entre los que sobresale –frente a cualquier otro talento– el fértil atributo de la popularidad artística. La realidad imita al arte, escribió Wilde. El presidente de la Junta ha decidido hacer lo mismo con tanta vehemencia que ha convertido en discretas todas las petaladas socialistas previas.
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