En política nada es gratis jamás ni los acuerdos, sobre todo aquellos que se rubrican contra natura, se construyen con la pretensión de que sean eternos. Todo tiene un precio y en la transacción interesada de voluntades –la vida pública se ha convertido en un mercado persa– el valor que subyace bajo un pacto es pasajero, relativo, por no decir abiertamente aéreo, pues depende de circunstancias cambiantes. La inflación política es todavía más devastadora que la económica: la segunda resta capacidad de compra a nuestros ahorros; la primera pervierte la verdad, avillana la moral y devora la ejemplaridad pública. Que el foro institucional donde debe discutirse la financiación regional –el Consejo de Política Fiscal y Financiera– se reúna, en lugar de ser una noticia ordinaria, ha alcanzado, dada la deriva política de los últimos tiempos, la categoría de lo asombroso. La estrategia de hechos consumados de la Moncloa convirtió hace años este cónclave en irrelevante.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.