En el universo digital las novedades duran un segundo. A lo sumo, dos. Así que cuando este aguafuerte se publique el efecto del Gobierno de Pedro Sánchez probablemente será historia. La novedad se habrá convertido en habitual. Y empezará la campaña del nuevo ciclo electoral, donde se dirimirá (de nuevo) si el bipartidismo ha muerto o, contra todo pronóstico, renace de sus cenizas. Los nombres del nuevo Ejecutivo han sido un éxito en términos de marketing político tanto como irrelevantes desde el punto de vista parlamentario. Pero el espectáculo, eso hay que admitirlo, ha dejado escenas memorables: el bolso de Soraya en el escaño de Rajoy, el vídeo en el que Susana Díaz celebra –sin nombrarlo– que haya “un presidente socialista” –que no es Ella–; o el papelón de Pablo Iglesias, el hombre del chalé en Galapagar, buscando un ministerio como quien mendiga cariño tras un divorcio. Su Peronísima, desolada, intenta que nos olvidemos del “Pedro, no mientas, cariño”. E Iglesias ha pasado del violento sorpasso a la entrega al tiempo que su hipoteca agota el primer mes de carencia.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global
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