Sólo se percibe de noche. Sobre el terreno: el cielo y las estrellas son absolutamente diferentes contemplados desde el hemisferio Norte o vistos con la perspectiva de su homólogo celeste en el Sur. Hablamos siempre del mismo cielo. Pero en función de cuál sea nuestro enclave veremos espacios divergentes. Las dos perspectivas, por supuesto, son parciales. Y ambas, a su vez, creen ser universales. Un espejismo semejante rige en la política española desde hace más de dos siglos: el Norte del país piensa que su prosperidad económica se debe únicamente a sus propios méritos y el Sur entiende que su atraso histórico y su falta de convergencia real con Europa obedecen a una conspiración en su contra. Ninguna de estas dos visiones de España es exacta por completo, acaso porque cada una tenga una parte de razón, sin alcanzar ninguna de ellas la envidiable infalibilidad vaticana. Ahora que Trump sacude las bolsas y las cancillerías del mundo con su guerra comercial, basada en la imposición de aranceles arbitrarios, casi caprichosos, vuelve a hablarse del proteccionismo económico, aunque obviando el hecho de que si la historia de los aranceles ha tenido graves consecuencias en España, más que en el orden del comercio exterior, han sido de índole interna.
Las Tribunas en El Mundo.
