Si hubiera que medir el predicamento de los políticos por sus éxitos escénicos –un sistema de medida heterodoxo, pues tienen mucho más de impostados que de espontáneos– no cabe ninguna duda de que Juan Manuel Moreno Bonilla, que este miércoles viajaba al País Vasco para participar en la campaña electoral del PP de Euskadi, todavía conserva un grado de popularidad (aparente) que continúa siendo superior a sus actos de gobierno, que son bastante discretos. “El estilo es el hombre”, proclamó el conde de Buffon. Y el poder en una Andalucía que en estos cinco años no ha cambiado mucho, apenas nada, es el presidente de la Junta.
Este martes el Gran Laurel –llamémoslo así– se dejó ver por la Maestranza, donde acudió con su esposa y unos amigos a una corrida de toros, tras pasearse por el Real de la Feria de Abril de Sevilla, donde estuvo haciéndose selfies con todo aquel que se lo pedía. Moreno Bonilla sigue siendo imbatible en las distancias cortas: el miércoles, al visitar con su séquito la caseta del sindicato Comisiones Obreras, fue recibido con una catarata de aplausos y besos de las mujeres de una asociación sindical que se mostraron encantadas con su presencia.
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