Una impugnación completa enunciada con una gran sonrisa. La victoria de la candidatura de Antonio Maíllo (Lucena, Córdoba, 1966) en la pugna interna por liderar la dirección federal de Izquierda Unida –integrada dentro de la coalición Sumar– supone una enmienda a la totalidad contra los hábitos de conducta del partido creado alrededor de la figura de Yolanda Díaz, que en las últimas dos citas electorales –Euskadi y Catalunya– ha mostrado una debilidad orgánica que contrasta –por asombrosa– con la notable cuota de poder institucional que todavía atesora la vicepresidenta dentro del Gobierno. No sabemos por cuánto tiempo. La elección del político andaluz como nuevo coordinador de la organización de izquierdas, cuyo corazón sentimental y motor fáctico sigue siendo el predio de los herederos del PCE, viene a consolidar otro nuevo círculo de desgracias para Díaz –no tanto para la izquierda a la izquierda del PSOE– cuyo antecedente, nada más comenzar la legislatura, fue el tormentoso divorcio con Podemos, y cuyo duelo definitivo serán las elecciones europeas de junio.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.