Una de las patologías del mundo indígena es la alergia a la sinceridad. Los aborígenes de la República de las Marismas insinúan las cosas de forma oblicua, lateral e indirecta. No hacen esfuerzos por ser entendidos, pero exigen ser comprendidos en cualquier situación, confiando en el campo sin vallar de los sobrentendidos -«la Junta colabora con quien colabora»-, que es la piedra Rosetta de los jeroglíficos de nuestra singular cultura política.
Las Crónicas Indígenas del lunes en El Mundo.
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