El circo independentista es un bucle eterno sin melancolía ni belleza posible. Una máquina perfecta de fabricar hastío. Mientras los pensionistas salen a la calle para reclamar mejoras en unas pensiones que son básicamente una estafa, porque en los últimos años han perdido hasta diez puntos de diferencia relativa entre las cotizaciones que pagan y el fruto incierto que de momento reciben, los diputados del Parlament de Todas las Cataluñas Posibles –como el retorno a la cordura se dilata conviene empezar a hablar en plural– han vuelto a votar, con suficiencia y marcial desahogo, una resolución para avalar no sólo los (falsos) resultados del referéndum-estafa, sino que además tienen la intención de gritarle al mundo, que no está escuchándoles, la “legitimidad” del pequeño Napoleón de Waterloo para dirigir la Generalitat desde su exilio, estando –como está– fugado de la justicia. Con un par.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
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