No hay nada más acorde a la estampa (vetusta) de lo español que concentrarse en una plaza de toros, el ancestral territorio cercado de la sangre, las moscas, los tercios de la muerte y los clarines. Pero, por esas extrañas casualidades de la vida, o quizás no tanto, el primer mitin de los hacedores de la inminentísima República Catalanufa eligieron un coso taurino para celebrar su primer “mitin ilegal”, según presumían con alegría ante su público. En efecto, la cosa es simpática: cuando ellos mismos admiten estar en una concentración no amparada por las normas de la democracia, al enunciarlo, traicionan el principio parajurídico que de forma bastante efímera instituyó el Parlament suicida sobre el que quieren edificar su Iglesia.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
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