Una autonomía es un juego sutil de equilibrios. Su suma no tiene que ser necesariamente cero, pero sí aproximarse a ese término medio en el que los clásicos situaban la virtud para que la responsabilidad (fiscal) case con la libertad de las decisiones (de gasto). Salvo en España, donde la asimetría regional, que tiene raíces profundas y seculares, perdura o avanza, según el caso, debido a las constantes reivindicaciones políticas, camufladas bajo el socorrido término de históricas, y a las apelaciones sobre la singularidad. Todo el mundo es distinto y, a la vez, existen invariantes que nos igualan. Quienes apelan a la igualdad no siempre la practican en el orden tributario. Y al contrario. El polémico acuerdo institucional sobre el cupo catalán, que sus promotores califican como inverosímil y vaporoso, y sus opositores consideran un ataque a la cohesión social, produce por igual filias y fobias.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
