Las antologías líricas son libros absolutamente prescindibles –por efímeros– y, sin embargo, en momentos muy concretos de la historia (literaria) sientan cátedra, aunque sea a la inversa. Existen poetas sublimes que jamás aparecieron en una de ellas y otros que, siendo los protagonistas recurrentes de estos cánones in fieri, tan prematuros –ni siquiera el curso del tiempo es confiable como hacedor de listas–, no han logrado sobrevivir a su propia estampa. En poesía el don de la eternidad es un rarísimo milagro, como dijo –para siempre– Borges cuando entonó su famoso canto (fúnebre) dedicado “A un poeta menor de la antología”:
“¿Dónde está la memoria de los días
que fueron tuyos en la tierra, y tejieron
dicha y dolor y fueron para ti el universo?
El río numerable de los años
los ha perdido; eres una palabra en un índice”.
Las Disidencias en #LetraGlobal.
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