San Agustín escribe en el libro sexto de sus Confesiones que el tiempo sólo es una convención del presente continuo. Ni pasado ni futuro existen, salvo como tiempos mentales y ficticios. El único reloj real es el que señala el instante. Tras una semana escuchando en el Parlamento la cuerda de interventores, sección comisión de investigación de los cursos de formación, que se celebra en un salón con cortinas decimonónicas y bedeles de gala, uno llega a la conclusión de que estaba en lo cierto. El tiempo imaginario es la trama de esta comedia cuyo título podría ser: Prescripción por larga posesión de fondos. O también: Cómo hacer todo lo posible para burlar la ley sin que se note. Son títulos largos, es cierto, pero también son exactos.
Las Crónicas Indígenas del viernes en El Mundo.
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