Causa ternura ver a los próceres indígenas reunidos en la última estampa fraternal con los dos sindicatos (de clase sindical, se entiende) y la patronal, que en la Marisma es un estamento en sí mismo, para celebrar con sonrisas y cierta ingenuidad un accordo que todos han bautizado como “el mayor escudo social de la historia en Andalucía”. Millones, ayudas, subvenciones, limosnas solidarias, sororidad and all these stuff. Ya será menos. La concertazione no nació ayer y, basta ver las estadísticas, no ha solucionado ninguno de los problemas seculares de la República Indígena: desempleo crónico, precariedad, viviendas imposibles, alquileres por las nubes, hipotecas en ascenso y, véase la inflación de los alimentos, el encarecimiento de todo. ¿Hay algo que celebrar? No lo parece, aunque nuestros actores sociales y políticos –esto es un teatro, muchachos– se deleiten al subir el telón con otra autopetalada primaveral en la que nos cuentan que van a salvar a los pobres.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.