Una de las razones (categóricas) de que en Andalucía no exista, como sucede en Catalunya u ocurre en el País Vasco, un sentimiento de identidad nacional, esa destilación de los anhelos de grandeur de las burguesías periféricas del XIX, es que por el Sur de España han transitado desde tiempos ancestrales –y se han ido asentando sin excesivas discordias– todas las culturas mediterráneas. El Mediodía español es un crisol de naturaleza mestiza. Nadie, salvo aquellos a los que, como decía Borges de los peronistas, cobran por serlo, cree devotamente en un hecho diferencial o en la existencia de un gen –sea biológico o mercantil– singular. Andalucía es una destilación bastarda en la que se mezclan muchos vinos distintos en diferentes odres. Sólo existe un elemento transversal en la mentalidad meridional: la voluntad de no volver a ser relegados por nadie –sea de derechas o de izquierdas– a un subdesarrollo que beneficie a otros a costa del porvenir de Andalucía.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.