Las estadísticas afirman que el 40% de la población española no ha leído –ni va a leer– un libro en su vida. Pero desde hace unos cuantos días, cuando Albert Rivera (Cs) convirtió en asunto parlamentario un mantra que lleva años circulando por los mentideros políticos –la tesis del doctor Sánchez no es del ciudadano Sánchez–, no existe otro tema de conversación en la España oficial, ese simulacro de la verdadera. Los españoles, salvo excepciones, no somos muy devotos de la lectura. Se sabe. El personal prefiere el fútbol y la cerveza; pero sus representantes (figurados) llevan días discutiendo sobre plagios, notas al pie, citas referidas y bibliografía exquisita como si fueran hegelianos desatados.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
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