Quienes construyen murallas para detener al enemigo no se dan cuenta de que también se encierran dentro. Para los socialistas este 28M es como el cuadro del pintor soviético Kazimir Malévich: una carga de caballería donde los soldados que atacan, en lugar de rojos, visten de azul. La batalla de las municipales actúa como preludio de la guerra de las generales. Y es la gran prueba de resistencia del suelo electoral del PSOE. De su fortaleza en Andalucía depende la salud de los pilares de Moncloa. Esta vez no hay abstracción en el lienzo. Todo es concreto. Los socialistas, que tras perder San Telmo mantuvieron 459 alcaldías (el 60% de los 786 ayuntamientos) frente a las 89 del PP (27%), ven peligrar a menos de cien días las capitales de provincia que gobiernan (las plazas más simbólicas) y temen que el avance conservador en las urbes medias derribe los últimos puestos de defensa: las diputaciones. De ocurrir, vivirían la Troya de Homero.
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