Mi idolatrado Roberto Arlt, periodista atorrante y escritor de periódicos en el deslumbrante y a la vez miserable Buenos Aires de principios del pasado siglo, escribió una vez en una gacetilla volandera una verdad como una catedral que es casi una invariable sociológica: «La gente sólo respeta a los insolentes y a los maleducados.
La Noria del lunes en El Mundo
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