Los teólogos cristianos de la Alta Edad Media discutían si la segunda venida de Jesucristo a la Tierra, profetizada en las Escrituras, inauguraría una etapa de calamidades sin fin o, por el contrario, significaría la instauración de la Ciudad de Dios. Como ocurre con casi todas las discusiones bizantinas, no hubo acuerdo. Unos pensaban una cosa; los otros, la opuesta. Todos coincidían, no obstante, en entender el tránsito entre milenios, fecha mágica objeto de las teorías más asombrosas, desde las apocalípticas a las idealistas, como un tiempo de grandes mudanzas. Un cambio de era. El fin de lo antiguo y el comienzo de algo distinto. Las elecciones del 28M en Andalucía, para las que quedan apenas semanas, se presentan con un marco político análogo: el morenismo –la derecha que conquistó San Telmo hace cuatro años– encarna el anuncio de ese tiempo nuevo (relativo) que en cierto sentido aún necesita asentarse. El socialismo meridional, ángel caído a finales de 2018, no termina de irse. Como escribió Gramsci, en el interludio (claroscuro) entre ambos momentos habitan los monstruos.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.