Un lustro después del milagro –en forma de carambola electoral– que llevó a Juan Manuel Moreno Bonilla a la presidencia de la Junta de Andalucía, refrendado tres años y medio más tarde con una mayoría absolutísima y la conquista de casi todo el poder institucional –los ayuntamientos de capitales de provincia y seis de las ocho diputaciones en el Sur de España–, parece indiscutible (salvo para quien todavía desea fingirse ciego) que el ciclo conservador en la mayor autonomía española no va a ser corto. Da la impresión de que puede prolongarse indefinidamente con la aspiración de alcanzar los casi cuarenta años de hegemonía del PSOE. Habrá quien piense que se trata de una afirmación mayestática y exagerada, pero –como decía Machado (Antonio)– el camino se hace, sobre todo, al andar. Y, en el caso de la izquierda meridional, tan nostálgica de unos tiempos pasados que cada vez son más remotos, e incapaz en los últimos cinco años de hacerle siquiera un rasguño al presidente de la Junta, también se deshace andando.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.