Antonio Maíllo, sin duda la cabeza mejor amueblada de ese espacio político (últimamente menguante) que se supone que existe a la izquierda del PSOE, y que funciona de facto como uno de los pilares de la mayoría minoritaria que, gracias al concurso de los independentistas vascos y catalanes, facilitó la investidura de Pedro Sánchez, dejándolo acto seguido sin votos para gobernar y aprobar los presupuestos, lo ha expresado de forma meridiana tras la crisis interna desatada por el caso Errejón: Sumar no es una coalición política democrática. Habrá a quien esta afirmación le ofenda –últimamente las izquierdas españolas no hacen otra cosa más que ofenderse: primero de los demás; después, de sí mismas– pero responde a una descripción justa y objetiva. El experimento de Yolanda Díaz se presentó en sociedad como una constelación de planetas (algunos, diminutos) pero con la condición de que limitasen a orbitar alrededor del sol (descendiente) de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo. La líder se designó a sí misma antes que la organización pudiese votarla.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.