El 20-D es la confirmación. La democracia española incubaba un pequeño Big-Bang. Al final, no ha estallado de golpe, pero la implosión del mapa electoral parece irreversible. La materia condensada del universo político que heredamos hace 40 años, surgida con la Transición y regida por la alternancia de PSOE y PP bajo el arbitraje de la Corona, emite claras señales de agotamiento. Como todos los cambios de fondo, no se concreta en un instante, sino que se manifiesta como un proceso. En este caso, es la lenta agonía de la Segunda Restauración, el turnismo posmoderno y la metamorfosis de los antiguos caciques agrarios, ahora administradores del mayorazgo desde cargos institucionales y orgánicos.
Las Crónicas Indígenas del lunes en El Mundo.
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