Consumatum est. A falta de conocer los verdaderos detalles y la letra pequeña del pacto (con delincuentes) que va a sostener al Insomne en la Moncloa, y que convierte a las minorías de Sumar y los soberanismos predemocráticos en trascendentes (sobre todo para sí mismos), la aritmética del Congreso y esta legislatura indigna que encarrila la investidura debería obligar al Quirinale a reaccionar. La Marisma, que durante los últimos cinco años ha tenido dirigentes que reinan, pero no gobiernan, y que huyen de las reformas como del diablo, no podrá prolongar más tiempo su luna de miel con la indolencia. Vienen tiempos turbulentos. Lo que está en cuestión no es sólo el autogobierno, sino la huérfana idea (republicana) de España: un espacio de ciudadanos libres e iguales donde lo importante no son los territorios ni las aldeas, sino la libertad de las personas. El texto oficial –el auténtico, queridos indígenas, no vamos a leerlo nunca– quiebra la separación de poderes (los políticos condenados quieren encausar a sus jueces) y entrega a los condenados por sedición y malversación de caudales públicos la impunidad y los tributos de los catalanes. El PSOE se ha instalado definitivamente en el lado oscuro y su satélite indígena –capitaneado por “un admirador, un amigo, un siervo, un esclavo”–acaba de impugnar su propia historia. Nada volverá a ser como antes.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.