Que el cielo se está cayendo a pedazos ya lo escribió, en verso libre, don Nicanor (Parra), espíritu libre y guía infalible en estos momentos de desconcierto, cuando desde el Quirinale de San Telmo algunos desean que seamos los protagonistas del próximo entierro. Mientras la reina de las marismas convoca al pueblo -esa víctima consentida- en busca de la quinta victoria menguante en la República Indígena, donde la pobreza, que tiene la misma mirada perdida que los cadáveres de los ahogados, extiende su mano sobre el cuello, uno se pregunta, sonámbulo, cómo hemos llegado hasta el fondo del pozo. Esto es: ¿cómo hemos tolerado que la política se convierta en un juego unipersonal, absolutista y adolescente?
Las Crónicas Indígenas del viernes en El Mundo.
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