Existe la peregrina idea de que un poeta, ese extraño ser de lejanías que habla con su propio idioma, que parece el nuestro pero es distinto, expresa sus sentimientos a través de sus poemas. Es cierto, pero sólo a medias. Los poetas disfrazan su identidad, modulan, juegan y utilizan una voz poética –que puede ser lírica, elegiaca, dramática o prosaica– para hablar por persona interpuesta, alejando al autor del individuo que canta en verso. Por eso conviene descubrir las claves de esta suplantación mágica (que incluye la identificación como una más de las múltiples formas de la literatura) en sus obras en prosa, preferentemente en los ensayos dedicados a explicar su oficio, donde cuentan el cómo y el porqué de su obra, más allá del juicio que quiera darle el lector, soberano de ese otro ejercicio de creación que es la lectura. La editorial Arpa reúne ahora en un volumen –presentado bajo el título de Poética– los escritos, reflexiones, artículos y confesiones que Joan Margarit ha ido escribiendo a lo largo de su itinerario como poeta, laureado con el Premio Cervantes. La colección, prologada por Jordi Gracia, es una ampliación y reelaboración de un libro anterior –Un mal poema ensucia el mundo–, editado por la misma casa y del mismo antólogo, con la notable diferencia de que ahora es Margarit, y no Gracia, quien dota a esta gavilla de reflexiones de una coherencia distinta, imprimiéndoles un murmullo interior que aproxima la obra a lo que es más un libro de confesiones personales que un compendio de arte poética.
Las Disidencias en #LetraGlobal.
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