La política, a veces, puede ser una cosa meravigliosa. Igual que las películas de Berlanga. En plena desazón por la deriva desconstituyente en la que se ha metido la izquierda –con el silencio de sus franquicias indígenas–, con los patriarcas del Antiguo Testamento del PSOE saliendo, cual disciplinado ejército de veteranos, a advertirnos –con argumentos sólidos– sobre la espiral asimétrica en la que nos adentramos, y con el Reverendísimo sin saber muy bien qué hacer –la idea de las mociones en los plenos municipales es digna de un parvulario–, verdaderamente reconforta, satisface y es un deleite oír a los portavoces de las siniestras decir una cosa y hacer la contraria. Primera escena: la responsable de organización de Por Andalucía, de nombre García (Mary), anuncia que su grupo parlamentario –5 diputados, 5– va a instar al Parlamento de la Marisma a hacer “una declaración institucional” en favor de la “nacionalidad histórica de Andalucía”. Uno se pregunta: “¿Es necesario, Mary?
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.