Francisco Rico, académico punk y uno de los estudiosos de nuestra literatura más brillantes e impertinentes –lo primero, obviamente, deriva en lo segundo–, tiene dicho que, antes de adentrarse en los textos de nuestros clásicos, es cosa inteligente, al contrario de lo que dicta la santa tradición filológica, sumergirse antes –siquiera de forma parcial– en la bibliografía crítica existente. De la lectura que otros han hecho de los grandes libros áureos se aprende, sobre todo, a mirar aquello que está visible a simple vista y, sin embargo, podemos obviar por falta de atención y oficio en un primer encuentro con un libro. La regla, empíricamente demostrada, es infalible. Lo vemos sin ir más lejos en el caso de Vladimir Nabokov (1899-1977), grandísimo escritor ruso (que terminaría escribiendo en inglés), del que la editorial WunderKammer publica ahora Sueños de un insomne, un estudio literario de Gennady Barabtarlo, profesor de la Universidad de Missouri, sobre la influencia de lo onírico en la obra del autor de Lolita que incluye –¡he aquí el tesoro!– la transcripción directa de los sueños personales que el gran amante de la mariposas escribió, siguiendo un experimento, en 1964 en un hotel de Montreaux.
Las Disidencias en #LetraGlobal.
Deja una respuesta