T.S. Eliot, defensor de la tradición literaria, escribió que la métrica, disciplina que espero que todavía enseñen en los colegios, era útil para comprender la poesía pero no podía explicar el motivo por el cual un verso es bueno o malo. Algo similar sucede con las elecciones: ganar no hace superior a ningún candidato. Tampoco mejor. Y si se llevan veinte años en un cargo, menos: los anclajes para perpetuarse en el poder convierten a los bienintencionados, y hasta a los puros, en fieras o narcisos. Limones, el alcalde terminal de Alcalá de Guadaíra, es de esta segunda especie.
La Noria del sábado en El Mundo.
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