En España, que es un país culturalmente ingrato, las grandes gestas intelectuales son hijas del silencio. Obras (caritativas) de la soledad. Cuando hace 526 años, mediado el mes de agosto de 1492, unas semanas antes de que las tres naves de Colón arribaran a las Indias, Nebrija, un humanista meridional formado en Italia y catedrático en Salamanca, dudoso dueño de una imprenta anónima cuya titularidad ocultaba de las inquisiciones ajenas para no ser denunciado por incumplir la ley de incompatibilidades de la época, publicó la primera Gramática de la Lengua Castellana, sus contemporáneos lo ignoraron con la misma tranquilidad con la que oían misa. Su libro, el primero que otorga a una lengua romance el tratamiento noble propio del latín y del griego, ni siquiera encontró el apoyo decidido de Isabel la Católica a pesar de que su prólogo estuviera lleno de requiebros en su honor y el proyecto augurase indudables beneficios políticos.
Las Disidencias del martes en #LetraGlobal
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