Si el mundo es un objeto terrestre y, al mismo tiempo, una realidad simbólica, como escribió hace ya muchos siglos Salustio, insigne historiador romano, la línea de Alta Velocidad que une Madrid con Sevilla, inaugurada hace más de tres décadas, supuso en aquel entonces la constatación (tecnológica) de que el Sur de España había transitado en apenas una década desde el subdesarrollo hasta la Europa moderna. Un viaje raudo y poblado de espejismos. La perspectiva oficial, entre otras razones por los intereses políticos del momento, exageró bastante las cosas –Roma no se construyó en dos días– pero, en lo sustancial, no mentía: Andalucía descubría que los trenes podían ser mejores que el avión. Silenciosos, puntuales, cómodos y asequibles para todo el mundo. Cruzar Sierra Morena en ambas direcciones había dejado de ser una aventura incierta para convertirse en un grato acontecimiento.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.