“El saber más práctico que existe es el disimulo”, escribió Baltasar Gracián. La vigencia de esta sabia sentencia se extiende desde el Aragón del Siglo de Oro al ámbito de la política contemporánea, esa suplantación artificial de la existencia donde la falsedad no es que sea ley, es que ejerce como categoría suprema. Se atribuye a Jonathan Swift, el escritor satírico irlandés del siglo XVIII, aunque otros especialistas adjudican su verdadera autoría al galeno John Arbuthnot, la composición de un agudísimo panfleto –El arte de la mentira política– dedicado a describir los ricos caminos de la impostura pública. Como en otras ocasiones, el panorama que dibuja consiste en elegir entre estafas más o menos menos desagradables. Para el panfletista, las opciones se limitaban a los whigs y a los tories, los dos partidos dominantes en su tiempo. Trasladando la analogía al nuestro debemos felicitarnos de que la variedad sea mayor, aunque el resultado nos parezca más o menos equivalente.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
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