La suerte está echada. La declaración (pactada) de la guerra que viene llegará dentro de unos días con clarines y maceros de gala. La batalla inconclusa de diciembre vuelve a repetirse en junio, justo antes del infierno del inminente estío. El resultado está más abierto que nunca. La convocatoria electoral, a la que estamos abocados ante el fracaso de las fuerzas políticas para alcanzar una mayoría suficiente con la que investir a un presidente de mínimos, confirma una de las tesis de la nueva política viral: la estabilidad formal que existía en la vida pública desde hace décadas ha pasado a mejor vida. Ya veremos si de forma definitiva o temporal.
Las Crónicas Indígenas del viernes en El Mundo.
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