La política es un juego de vasos comunicantes. Unos están más llenos que otros, pero nada impide que esta proporción se altere. De hecho, ya está ocurriendo entre los partidos tradicionales y los movimientos políticos posmodernos, cuya relación tiene algo de siamesa: unos necesitan de los otros. Ambos conviven dentro de las sociedades contemporáneas. La diferencia sólo depende de cuál de estas estructuras de poder prevalezca sobre la contraria y de cómo intente conservarlo. La historia nos enseña que casi todas las innovaciones políticas no son nuevas. Simplemente son novedosas: parecen recién nacidas, sin serlo realmente, en función del contexto político en el que suceden. Todo está inventado.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
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