El fracaso es curativo. En la vida y en la política, que no deja de ser una forma patológica de la existencia. Aristóteles creía que las tragedias, puestas en escena, provocan un efecto catártico sobre aquel que las contempla. Brecht veía las purgas del espíritu fustigado como ilusiones balsámicas: narcotizantes para sobrellevar el abismo que separa el deseo de la realidad.
La Noria del sábado en El Mundo.
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