En términos de eso que los periodistas (todavía) llamamos actualidad, Agosto es el mes más cruel, como decía T.S. Eliot a la llegada de cada abril. Dado que en la Nostra Marisma únicamente tenemos –las excepciones son excelentes, pero escasas– poetillas del tres al cuarto y pregoneritos de obediencia costumbrista, casi siempre del negociado lírico-cofrade-taurino, que son aquellos que continúan escribiendo a imitación de Pemán, ese gaditano sin gracia, cuarenta años después de su deceso, es evidente que no podemos aspirar a que, más allá de los estrictos dominios de la tribu, se nos haga algún caso. Sencillamente: no hablamos el lenguaje del mundo, sino el eterno sermón de la aldea.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.