Las derrotas venideras a veces tienen el rostro sonámbulo de las victorias. Las aspiraciones cesaristas de Susana Díaz de ocupar el maltrecho trono de Ferraz se evaporaron, como la niebla del amanecer en un día de invierno, a la hora exacta en la que en el famoso comité federal de la infamia sus centuriones ajusticiaron a Sánchez (Pedro) a cuchillo, tras una rebelión interesada. Desde entonces, sospechamos que la suerte secreta de la Reina de la Marisma está echada. Mayormente porque los inspiradores del golpe de Estado, los patriarcas de la generación de Suresnes, habían trazado previamente en silencio la hoja de ruta que en los próximos meses terminará por convertirse en realidad. Todas las pistas están en las tragedias de Shakespeare: «Sólo el crimen puede consumar lo que ha iniciado el crimen».
Los Aguafuertes de los lunes en Crónica Global.
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