No hay nada más misterioso que lo que acontece ante nuestros ojos. La aparente simpleza de las cosas a menudo oculta un envés inesperado. Un secreto carente de confirmación. Un misterio sin respuesta. A falta de certezas, opera la ficción, un mecanismo que intenta explicar la realidad mediante su contrario, la fabulación. A John Fitzgerald Kennedy lo asesinaron en noviembre de 1963 en Dallas disparándole en la cabeza mientras desfilaba ante la multitud: “El día que volaron el cerebro del rey / Miles estaban mirando, pero nadie vio nada / Sucedió rápido, veloz, por sorpresa / justo ahí, enfrente de los ojos de todos”, relata Bob Dylan en Crime Most Foul. La incógnita sobre su muerte pervive todavía casi sesenta años después. Tendemos a creer que las cosas no son como nos cuentan, sino como sospechamos que son. Lo primero acostumbra a ser cierto; lo segundo, en cambio, es bastante más discutible.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
Deja una respuesta