El Gran Laurel está tan preocupado por la sequía que pasa unos días en la Feria de Malaka, donde –por supuesto– no se consume nunca agua. Además, lleva semanas inquieto por las consecuencias de una hipotética investidura del Insomne con la colaboración (fenicia) de los independentistas de cualquier laya y condición, incluidos los canarios, que despuntan con el argumento –geográfico– de la insularidad. Laus Deo. Lo que no parece preocuparle mucho, y debería, es una cuestión que después de cinque anni en el Quirinale ya debería haber resuelto. Nos referimos a la urgente reforma del sistema de residencias de ancianos, que los socialistas confiaron al capital privado por pura negligencia y su famosa defensa de la igualdad. Semejante trampantojo siempre nos pareció más grave que el desfalco de los ERE porque, además de consecuencias económicas, trae quebranto social.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.