Los lumbreras de Ferraz, ante el silencio y la obediencia debida de los socialistas indígenas, han resuelto que esta campaña (terminal) del 23J tiene que movilizar a los votantes socialistas en función de dos parámetros. El primero es la apelación al voto útil, de modo y manera que todos los sufragios de izquierdas, materialistas y tal, en lugar de ir hacia las candidaturas que confluyen o desconfluyen –el Club de Autoayuda de Sor Yolanda del Ferrol y lo que queda de Pudimos (hasta que la jodimos)–, alimenten y nutran de forma natural el caudal progresista que debe salvar a Pedro I, El Insomne, de sí mismo y de las profecías de los sondeos. El segundo motivo, en estrecha ligazón con el primero, predica la necesidad de crear un frente populista en modo alerta antifascista para, de esta forma, impedir “la involución democrática” que se avecina si ganan las derechas. En la imaginación los cráneos privilegiados de Ferraz ambas parecen ideas colosales, pero la realidad las desmiente con saña. Vox, la verdad sea dicha, no es que avance mucho. Y el PP tampoco es que vaya sobre ruedas. De aquí se deduce que el problema no está a la diestra, sino en la siniestra: cada vez son más, están más enfrentados, queda menos agua en el charco, los cocodrilos asoman la cabeza y no suman.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.