La Transición ha gozado desde el principio de los tiempos, pues nuestra era comenzó con ella, de buena prensa. Es algo que sólo se explica por la connivencia, en algunos casos obscena, entre la élite del periodismo y la aristocracia política surgida del régimen constitucional que, en un extraño viaje lleno de rodeos, y cuyo verdadero objetivo era no moverse del lugar de origen, instauró la monarquía parlamentaria.
Las Crónicas Indígenas del lunes en El Mundo.
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