Hace 18 años, cuando todos éramos más jóvenes, Teresa López Pavón, que es la jefa que cualquiera desearía en un periódico, me lo soltó sin eufemismos: «Mármol, un día te echan y se fuman un puro». Tenía razón, pero yo no lo sabía. Ella, junto a otros compañeros, había sobrevivido a la muerte de Diario 16 y no podía entender que yo, que era un loco, dijera que no a una oferta para unirme a la mejor redacción que existía -y existirá- en Andalucía para marcharme con una pandilla de dementes, desconocidos en su mayoría, a fundar un periódico en la capital de la República Indígena, movido por el mismo espíritu del narrador de Trópico de Cáncer: «No tengo dinero, ni recursos, ni esperanza. Soy el hombre más feliz del mundo».
Las Crónicas Indígenas del viernes en El Mundo.
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