El profeta del amor y la paz cósmica, señor interino de la amable revolución de las sonrisas, que más que una rebelión separatista a veces parece un sainete sensiblero con excesivas dosis de azúcar glaseado, Sor Junqueras, va a seguir en prisión (preventiva) durante una temporada. El Supremo no se cree su catecismo de la buena onda ni tampoco sus promesas (retóricas) de cambiar la unilateralidad por el salvífico diálogo, esta vez camuflado bajo la enunciación de un monólogo figurado ante el espejo, igual que la caricatura de un Napoleón cualquiera. Su petición de libertad, que le hubiera situado en mejor posición (geográfica) que Puigdemont para ser investido hipotético president del nuevo Govern, no ha tenido éxito. De momento. Como el hombre es un tipo tierno y templado, después de conocer la noticia dijo a su grey: “En los días que vendrán manteneos fuertes y unidos. Transformad la indignación en coraje y perseverancia. La rabia en amor. Pensad siempre en los otros. En lo que tenemos que rehacer. Persistid porque yo persistiré. Gracias por vuestro apoyo. Os quiero”.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
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