Los jugadores de ajedrez consumados, ese deporte donde dos adversarios libran una guerra sin más armas que la táctica y la inteligencia, son individuos obsesivos y cerebrales que forman parte de una extraña cofradía. Se asemejan mucho a la clase política, en el sentido de que no son socialmente mayoritarios, se organizan en grupos y prácticamente no hacen otra cosa más que pensar todo el rato en la perpetua batalla que libran sobre el tablero. Más que diletantes, los aficionados al ajedrez son fanáticos consagrados en cuerpo y alma a su milicia. Al contrario de lo que sucede en la política española después de la tormentosa investidura, en las distintas suertes y guerras del ajedrez existen reglas, límites y condicionantes para los contendientes. Cada figura puede moverse de una manera, pero no de otra. ¿Puede un alfil llegar convertirse en rey? Depende de si antes ha sido (en una vida anterior) un elefante. Ésta es la incógnita (metafísica) en la que, una vez que la nueva legislatura en Madrid ha comenzado, se encuentra instalado el PSOE en Andalucía, que va a tener que lidiar durante el tiempo que dure este periodo legislativo con la contradicción (en su caso mortal) de tener que defender en el Sur de España el acuerdo entre Pedro Sánchez, Sumar y los independentistas.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.