Los cambios no siempre tienen que ser evidentes para ser profundos. Y viceversa: muchas revoluciones terminan reproduciendo la misma placenta de la que surgieron. En Andalucía, que ha vivido estos días una Semana Santa llena de calor y políticos visitando altares, en la mayoría de los casos movidos por el interés electoral, vivimos un impasse tras los comicios del 22-M, que dejaron a los socialistas sin mayoría estable para gobernar y sitúan por primera vez en la cámara de las Cinco Llagas a dos nuevas fuerzas emergentes -Podemos y Ciudadanos- en las que casi un millón de ciudadanos han confiado las esperanzas de cambio desde dentro del sistema.
Las Crónicas Indígenas del lunes en El Mundo.