Las dos máscaras (antagónicas) que representan el arte terrestre del teatro –el rostro de Talía, musa de la comedia, la música, el canto y la alegría; y el perfil de Melpomene, diosa de la tragedia– son dos hermanas siamesas de distinta edad. En los anales del antiguo teatro griego consta que entre la formulación más temprana de la tragedia y la muestra fundacional de la comedia discurre casi un siglo y medio. Este dato denota una mentalidad: el hombre dio antes más importancia a la escenificación (dramática) de sus calamidades que a la celebración de la risa. El dolor antecede a la fiesta. De las cientos de antiguas tragedias griegas sólo han sobrevivido una treintena, en su mayoría obras de Esquilo, Eurípides y Sófocles. Ninguna, a juicio de Aristóteles, padre de la Poética, es tan perfecta como Edipo Rey, el gran drama que cuenta la desgracia del célebre monarca de Tebas, descendiente (maldito) de la estirpe de los Labdácidas, cuya peripecia se extiende también a otras dos tragedias: Antígona y Edipo en Colona.
Las Disidencias en Letra Global.
