Si uno dice que al futuro alcalde de La (Poco) Leal, (in)noble y, eso sí, Marianísima Sevilla, gloria de los anales hispánicos, le queda apenas un lustro para alcanzar -con salud- la edad legal de jubilación, probablemente ustedes, queridos indígenas, pensarán que el próximo jefe consistorial de la Plaza Nueva va a ejercer dicha magistratura una vez superado (con creces) nel mezzo del cammin di nostra vita, que escribió Dante (Aligheri). No es por completo el caso de Antonio Muñoz Martínez (La Rinconada, 1959), sucesor digital del Ungido Espadas,que este enero (si no hay sorpresas) será investido regidor de la capital de la Marisma. La biología no hace excepciones. Muñoz, en efecto,ha rebasado ya el quicio de las 62 gloriosas primaveras, pero en su favor cuenta con los atributos infalibles de Dorian Gray. El primero: il suocuore es inequívocamente juvenil. Carácter siempre es destino, decían los clásicos. Segundo: no hay nadie en Sevilla al que los trajes de Rico Sardelli le sienten mejor.
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