Una de las interpretaciones más retrógradas que existen del concepto de nación es aquella que, a imitación de cualquier umma de creyentes, entiende una comunidad nacional como la reunión de los (presuntos) patriotas que fueron, son y serán. Esto es: los muertos, los vivos y los que (todavía) no han llegado ni siquiera a nacer. Digamos que ésta es la idea de España que profesa el nacionalismo más montaraz, que presume un vínculo sagrado (e indisoluble) entre las sucesivas generaciones que habitan en un territorio o se identifican como parte de una cultura. Asombrosamente, esta misma noción de lo nacional subyace en la mente de los representantes de la izquierda idiota, mayormente agrupada ahora en ese comunismo zen que representa Sumar, el partido de Sor Yolanda del Ferrol y sus pandillas plurinacionales.
Los Aguafuertes en Crónica Global.